Nueva Zelanda tiene una población de unos 4 millones y medio de habitantes en una extensión como la mitad de España. Adiós a las aglomeraciones, la gente y el turismo masivo. Nueva Zelanda es el último reducto para el viajero que goza de la puntualidad del transporte público, la limpieza en hoteles y baños públicos y el turismo bien organizado.
Ante todo, imperan los paisajes y la naturaleza. El Abel Tasman National Park. Verde a raudales, bosques de ensueño, rios navegables en canoa y caminatas seductoras.
Para los amantes del volcán y sus derivados, el Parque de Rotorua te regala los habituales olores a azufre, los barros con burbujas y las fumarolas.
La cultura maorí sigue muy viva en Nueva Zelanda. El viajero puede participar en una danza, probar sus platos cocinados enterrados en el suelo e incluso dar una clase para iniciarse en el idioma.