Sri Lanka cuenta con una buena tarjeta de presentación: ocho lugares declarados lugares Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, 2000 años de historia, el árbol viviente más viejo del mundo y algunas de mejores playas de surf del mundo. Ahí es nada.
Los mercados de Sri Lanka, como los de Kandy o Colombo tienen esa mezcla de caos y virtuosismo que se plasma en su gastronomía callejera. Las especias y el arroz son la base de centenares de platos que preparan los cocineros en improvisados escenarios culinarios.
El viajero puede salir al alba para ascender hasta las más altas montañas de Sri Lanka para contemplar las llanuras de Horton y el Fin del Mundo. Un espectáculo natural no visible en ningún otro lugar del planeta.
La Fortaleza de Galle se ha convertido en lugar de visita obligada para el turismo. Tiendas selectas, cafés de corte colonial y cuidadas tiendas de todo tipo forman parte de un lugar que antaño fue un construcción militar.