Guatemala y Belice

Si decimos Guatemala decimos Maya. Decimos también contrastes. Contrastes climáticos, linguísticos y políticos. Porque si la orografía del país centroamericano es abrupta, no lo es menos su historia. Especialmente en un siglo XX que ha moldeado, desolado y vuelto a moldear el país a través de las luchas de sus gentes y la injerencias extranjeras. Todo ello ha dado lugar a una explosión de la cultura de los guatemaltecos que, sin dejar de mirar a su pasado, y con su herencia bien presente (23 lenguas mayas siguen hablándose en el país) miran al futuro con esperanza y, como siempre han hecho, con orgullo.

Más de 4000 metros separan el mar del punto más alto de Guatemala. Una diferencia de altitud que se nota a cada paso, a cada maravilla natural que uno se encuentra. Desde los manglares hasta los nublados bosques de sus más altas cumbres todo esconde un misterio, todo encierra una historia por contar y que ha de ser contada. La Sierra Madre y la sierra de los Cuchumatanes atraviesan un país que se deja explorar y que invita al viajero a hacerlo.

Pero, como decíamos, si hablamos de Guatemala hablamos de los mayas. No en vano es considerada la cuna de la cultura maya y, como legado de ese cetro cultural queda Tikal, la ciudad maya más grande que se conserva. Sus ruinas se remontan al siglo IV a.C., aunque su época de mayor esplendor tuvo lugar entre los siglos III y X después de Cristo. Y esa cultura no se limita a las ruinas. No es difícil encontrarse con pueblos en los que las tradiciones y formas de vida aun conservan la esencia de esa milenaria cultura, reflejándose incluso en la lengua que todavía hoy comparten sus habitantes.

Más de 2 millones de personas visitan cada año Guatemala y descubren y se enamoran de su belleza natural y su riqueza cultural. Si se quiere conocer américa, este país recoge todas las aristas posibles del sentimiento latinoamericano. Un lugar para descubrir, y para descubrirse.

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